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La producción de hidrógeno y su uso como material motriz para el transporte en Costa Rica es un tema de discusión en espacios públicos que se ha acrecentado en los últimos meses.
La razón del debate es la aparente novedad paradigmática de la propuesta. Algunos espacios de discusión han incluido el asunto tanto desde el ámbito institucional, como en los sectores profesional y empresarial.
Un aspecto llamativo de los sucesos es la firma de la directriz número 002-Minae que fue firmada el 8 de mayo de 2018, por el Presidente de la República Carlos Alvarado Quesada y por el Ministro de Ambiente y Energía Carlos Manuel Rodríguez Echandi. Esta acción exhorta “… a las instituciones que comprenden el sector de ambiente y energía para que, dentro del marco de sus competencias, desarrollen un plan de acción a fin de propiciar la investigación, la producción y la comercialización del hidrógeno como combustible (sic)”. A la letra muerta de la directriz, la indicación es interesante. Sin embargo, ésta debe ser analizada desde el punto de vista integral para la conveniencia nacional y dentro de las posibilidades tecnológicas y la economía de escala del país.
Los suscritos pedimos que los aspectos científico y tecnológico sean el marco de la consideración presidencial (y eventualmente legislativa), para lograr de esta manera la óptima comprensión de las consecuencias de esta iniciativa, que compromete a instituciones públicas y a los recursos estatales, para una acción que es de dudoso éxito.
A continuación, indicamos una serie de consideraciones fundamentales desde el punto de vista físico, químico y de ingeniería, que deben ser tomadas en cuenta para la formulación de políticas relativas al uso de hidrógeno en vehículos eléctricos de celdas de combustible en este país, así como la eficiencia de producción de hidrógeno por electrólisis del agua.